Veo las imágenes de los refugiados en centro Europa. Ríos de seres humanos chapoteando barro por los caminos o carreteras. Bajo la lluvia, cubiertos con plásticos, ateridos de frío. Hombres, mujeres, niños, de todas las edades. Vienen huyendo de la muerte, la miseria, en busca de una posibilidad de vida digna.
Creo que todos lo sabemos por estos lares, sólo que nos recubrimos de un manto de indiferencia o espasmos de solidaridad que se notan en palabras, pero no en hechos. Individualmente poco podemos hacer. Pero tenemos gobierno, representantes aquí y en la Unión Europea. Los hemos elegido para que como país, estado o nación, actúen en donde corresponda para que no nos avergoncemos como españoles.
Cuando empezaron a llegar las barcas con refugiados a Italia, los naufragios, etc. recuerdo haber dicho que me apeaba de pertenecer a la especie humana. Ya sé que en otras especies, también se lucha, hasta se mata, pero no conozco que exista ese abandono, esa indiferencia hacia otro congénere. Y en todo caso, somos seres humanos, o no?
Mirarme al espejo no ha sido una de mis preocupaciones. No he dedicado mucho tiempo a ello, un acto casi reflejo sin más. Hoy, sin embargo, al hacerlo me vi y pensé en cualquier momento el espejo reflejará a un monstruo, porque como tales nos estamos comportando. Ojalá que los espejos de los responsables que tienen en sus manos dar soluciones, les devuelvan esa imagen. Ya que no actúan por sensibilidad, solidaridad o vergüenza, que lo hagan por coquetería, por miedo o por lo que sea.